Irenio Gómez Arellano llegó de La
Libertad hace catorce años y desde entonces no ha parado de trabajar. Él y su
esposa Aydé son una joven pareja que, motivados por el amor a su pequeña hija,
se apoyan y comparten sus responsabilidades día a día. Ellos son un equipo
unido y agradecen haber encontrado en el café una fuente efectiva para mejorar
su estilo de vida.
Luego de años de esfuerzo y
sacrificio, Irenio compró su primera hectárea de café en el caserío Nuevo Belén
del distrito de Shunté, Tocache a 1,276 m.s.n.m. Él indica que al principio no
fue sencillo porque llegaban las plagas, pero con el tiempo y la asistencia
técnica de instituciones aprendió a mejorar su producción.
Motivado por el éxito de sus vecinos y familiares con la venta del café, decidió seguir en la producción de este grano. ‘Si ellos tenían ganancias, sabía que yo también tendría la oportunidad de lograrlo’. Actualmente él cuenta con cuatro hectáreas de café divididos en dos zonas de Tocache, es parte de la Cooperativa Agraria de Shunté y con la facilitación del Proyecto CAFE vende su producción a la empresa nacional Perhusa.
Implementando mejoras
El caficultor destaca que para
disfrutar de una buena calidad de café se debe tener un adecuado manejo del
proceso del cultivo. Esto se refleja en la calidad de su café, siendo uno de
los mejores de la zona. Hoy Irenio sabe que debe continuar en el proceso de
mejora, él tiene como meta implementar para este año un secador solar para obtener
mayores ingresos en su producción.
‘Día a día en campo se aprende
algo nuevo y sé que debo seguir mejorando’, señala Irenio mientras escoge
los cerezos más pintones en su finca de café.
Pese a la llegada del COVID-19,
la producción de café para Irenio no paró, en la reciente campaña ha logrado
vender más de 4 toneladas de café con rendimiento superior a 78 puntos.
Producto de las ventas ha comprado un vehículo carga que le permite transportar
hasta 1000 kg de café.
Irenio indica muy orgulloso que
con la producción de su café también se han beneficiado más familias de su
comunidad porque hay más trabajo.
‘Ahora no solo yo trabajo con café, también mi vecino y demás miembros de mi comunidad’.
La historia de Irenio es un claro
ejemplo de que con esfuerzo y dedicación se puede generar una economía
sostenible para los caficultores.